Crítica Harry Potter y la Cámara Secreta
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Es hora de hablar un poco de Harry Potter y la Cámara Secreta, la segunda entrega de la franquicia, además de la más larga. Chris Columbus repite en el papel de director en la que sería su última incursión en la franquicia, y lo hace de una forma sobresaliente, brindando una de las adaptaciones más fieles a un libro que he visto (si, falta lo de la fiesta de Nick Casidecapitado, pero al menos lo llegamos a ver en el juego!).
La trama gira en torno al misterio que envuelve la llamada Cámara de los Secretos, creada por el mismísimo Slytherin y que se ha abierto de nuevo cincuenta años después de la última vez, y cuya criatura va dejando un reguero de nacidos de muggles, animales y fantasmas petrificados tras de sí.
Volvemos a encontrarnos con la mayoría de personajes de la primera entrega, a quien se les unen nuevas incorporaciones como Dobby, el elfo doméstico que nos conquistó a todos tras las últimas escenas del film, el nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras Gideroy Lockhart, interpretado por el siempre bienvenido Kenneth Branagh, o Ginny Weasley, que ya apareció brevemente en la anterior entrega. Mucha gente parece tener problemas con el personaje de la pequeña de los Weasley, aunque nunca he entendido por qué, pues a mi parecer cumple su parte muy bien y su evolución es muy interesante (no al nivel de la de Neville, pero aún así). Aparece también por primera vez Lucius Malfoy, padre de Draco, y personaje odioso de turno. La liberación de Dobby y derrota de Lucius al final es uno de los momentos más stisfactorios de la saga.
De nuevo aparece aquí Voldemort, esta vez en forma de recuerdo de un diario que más tarde sería revelado como el primer horrocrux (aunque ya llegaremos a eso), en lo que resulta ser uno de los mejores clímax de la saga, duelo con basilisco incluido.
Nos hallamos ante una película más oscura y madura, y que consiguió asustarme de verdad siendo un niño. Se tratan aquí temas bastante más serios, introduciendo conceptos nuevos como los llamados "sangre sucia", o nacidos de no magos, que no es otra cosa que el reflejo y la crítica del racismo y clasismo por parte de Rowling. Mucha gente opina que Harry Potter es una saga infantil y que no tiene nada que enseñar, pero eso es porque ni siquiera han arañado la superficie de los valores que su autora plasmó en su obra.
Harry Potter se tendrá que enfrentar además al aislamiento y repudio del resto de alumnos tras revelarse que puede hablar en lengua de serpientes, una habilidad aparentemente exclusiva de magos oscuros y herederos de Slytherin (aunque Dumbledore también la domina, por supuestísimo). Y ese es uno de las claves de la saga a mi parecer, y es que Potter parece estar aislado y solo la mayoría del tiempo, y que todo el mundo a su alrededor muere o acaba sufriendo. En un futuro, me encantaría hacer un análisis en profundidad sobre este aspecto.
La dinámica entre personajes vuelve a ser impecable, y nos deja momentos para el recuerdo como el club de duelo o la rivalidad entre Malfoy y Potter durante el partido de quidditch, cuya calidad visual aumenta exponencialmente desde La Piedra Filosofal, amén del resto de efectos especiales, que han evolucionado aquí de igual manera. La nota musical la vuelve a poner John Williams, en lo que es otra clínica de calidad. Imperdible.
No obstante, la película cuenta con un punto negativo, y es que sigue exactamente el mismo esquema que la primera i.e. Dursleys-callejón Diagon- viaje a Hogwarts-clases-navidad-preparación para el clímax-clímax, pecando de fotocopia y dejándonos una sensación agridulce de haber visto lo mismo antes.
Lo mejor:
- Los nuevos personajes, sobre todo Dobby, Lockhart y Ginny.
- Un tono más oscuro y maduro (este punto se va a repetir en todas las demás)
- John Williams
- El partido de quidditch y el club de duelo
- El clímax
- Las lagrimillas del final (Hagrid, te queremos)
Lo peor:
- Sensación de dejavú respecto al esquema de la película
- Lucius y los Dursley
NOTA FINAL: 8
Es hora de hablar un poco de Harry Potter y la Cámara Secreta, la segunda entrega de la franquicia, además de la más larga. Chris Columbus repite en el papel de director en la que sería su última incursión en la franquicia, y lo hace de una forma sobresaliente, brindando una de las adaptaciones más fieles a un libro que he visto (si, falta lo de la fiesta de Nick Casidecapitado, pero al menos lo llegamos a ver en el juego!).
La trama gira en torno al misterio que envuelve la llamada Cámara de los Secretos, creada por el mismísimo Slytherin y que se ha abierto de nuevo cincuenta años después de la última vez, y cuya criatura va dejando un reguero de nacidos de muggles, animales y fantasmas petrificados tras de sí.
Volvemos a encontrarnos con la mayoría de personajes de la primera entrega, a quien se les unen nuevas incorporaciones como Dobby, el elfo doméstico que nos conquistó a todos tras las últimas escenas del film, el nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras Gideroy Lockhart, interpretado por el siempre bienvenido Kenneth Branagh, o Ginny Weasley, que ya apareció brevemente en la anterior entrega. Mucha gente parece tener problemas con el personaje de la pequeña de los Weasley, aunque nunca he entendido por qué, pues a mi parecer cumple su parte muy bien y su evolución es muy interesante (no al nivel de la de Neville, pero aún así). Aparece también por primera vez Lucius Malfoy, padre de Draco, y personaje odioso de turno. La liberación de Dobby y derrota de Lucius al final es uno de los momentos más stisfactorios de la saga.
De nuevo aparece aquí Voldemort, esta vez en forma de recuerdo de un diario que más tarde sería revelado como el primer horrocrux (aunque ya llegaremos a eso), en lo que resulta ser uno de los mejores clímax de la saga, duelo con basilisco incluido.
Nos hallamos ante una película más oscura y madura, y que consiguió asustarme de verdad siendo un niño. Se tratan aquí temas bastante más serios, introduciendo conceptos nuevos como los llamados "sangre sucia", o nacidos de no magos, que no es otra cosa que el reflejo y la crítica del racismo y clasismo por parte de Rowling. Mucha gente opina que Harry Potter es una saga infantil y que no tiene nada que enseñar, pero eso es porque ni siquiera han arañado la superficie de los valores que su autora plasmó en su obra.
Harry Potter se tendrá que enfrentar además al aislamiento y repudio del resto de alumnos tras revelarse que puede hablar en lengua de serpientes, una habilidad aparentemente exclusiva de magos oscuros y herederos de Slytherin (aunque Dumbledore también la domina, por supuestísimo). Y ese es uno de las claves de la saga a mi parecer, y es que Potter parece estar aislado y solo la mayoría del tiempo, y que todo el mundo a su alrededor muere o acaba sufriendo. En un futuro, me encantaría hacer un análisis en profundidad sobre este aspecto.
La dinámica entre personajes vuelve a ser impecable, y nos deja momentos para el recuerdo como el club de duelo o la rivalidad entre Malfoy y Potter durante el partido de quidditch, cuya calidad visual aumenta exponencialmente desde La Piedra Filosofal, amén del resto de efectos especiales, que han evolucionado aquí de igual manera. La nota musical la vuelve a poner John Williams, en lo que es otra clínica de calidad. Imperdible.
No obstante, la película cuenta con un punto negativo, y es que sigue exactamente el mismo esquema que la primera i.e. Dursleys-callejón Diagon- viaje a Hogwarts-clases-navidad-preparación para el clímax-clímax, pecando de fotocopia y dejándonos una sensación agridulce de haber visto lo mismo antes.
Lo mejor:
- Los nuevos personajes, sobre todo Dobby, Lockhart y Ginny.
- Un tono más oscuro y maduro (este punto se va a repetir en todas las demás)
- John Williams
- El partido de quidditch y el club de duelo
- El clímax
- Las lagrimillas del final (Hagrid, te queremos)
Lo peor:
- Sensación de dejavú respecto al esquema de la película
- Lucius y los Dursley
NOTA FINAL: 8
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